Justo hoy, Santa Anna y día 26, un mes justo para mi vuelta, para finalizar el viaje. Un trip que he estado preparando, decidiendo y dándole color meses antes y durante. Un journey que hasta ahora está siendo todo un aprendizaje y un regalo para mis sentidos. Una oportunidad para conocer a los demás y a mí misma. Valorando lo que tengo, lo que quiero y lo que no deseo. Lo que me merezco, lo que puedo mejorar y lo que puedo ofrecer. Una aventura que me está permitiendo conocerme mucho más a mi misma, ayudándome a aceptarme y mimarme, a decidir por mi misma, a permitirme equivocarme y darme la oportunidad de dejarme ser, permitirmelo todo, sentir y conocer, explorar y descubrir sin prejuicios, sin críticas destructivas... aprendiendo a adaptarme a todo lo que viene y tomarlo como un aprendizaje. Me he dado cuenta que desde que salí de Barcelona (e igual ya antes) sonrío mucho, y en Asia es fácil , pues si te dejas, sus gentes de contagian esas impresionantes sonrisas blancas, puras que enriquecen el alma y el karma, al que ellos tanta importancia dan, y yo cada vez más, también.
Llevo unos días con muchas dudas. Sobre la siguiente y final parte de mi viaje: Australia. Un país, que desde los 20 quería visitar. Que siempre lo he tenido como un destino deseado, puesto en un pedestal y ahora que tengo el billete y la oportunidad, estoy empezando a dudar. No se si es porque representará una vuelta a la sociedad occidental, al trabajo, a la rutina y a la realidad. Mi realidad. Que no es mala, ni mucho menos, pero sí muy diferente a lo estimulante que abarca el viaje.
Está claro que soy una afortunada (aunque también me considero una persona muy luchadora ( eso lo llevo de mi madre) y responsable (eso de mi padre) y tan reflexiva como mi hermana Laura) por tener esta oportunidad, de poder pedir un permiso del trabajo (una escuela de lo más creativa) , alquilar mi piso (a unos inquilinos que son ya casi família), tener amigos tan increibles que me apoyan y me animan, incluso estando lejos, y poder estar disfrutando de todo lo que estoy viviendo. Conocer gente nueva y muy interesante cada día y compartir con ellos/as pequeños pedacitos de mi trip. Otros que me hacen de guía en los momentos duros y lo mejor, siempre encontrar gente que te ayuda y que te aporta, sin pedir nada a cambio.
Tres meses en ruta. Cambiando de hostels, siempre con esa mochila que es mi casa, mi armario, mi único equipaje (bueno ahora también mi tabla). Cambiando de transportes: motos, bicis, furgonetas, buses, trenes, aviones , tuk tuk, y otros más de tipo público según el país. Esas presentaciones con la gente nueva que ya es como una costumbre, que sale de manera natural y automática, donde en dos días la confianza que creas con esas personas es super intensa. Tres meses, cambiando de moneda, anotando en mi "mobil diccioinario" el vocabulario para comunicarme en la lengua de cada lugar (y que los locales agradecen y se abren mucho más a tí). Conociendo las maneras de hacer, de comer, de levantarse por la mañana, de jugar, de comunicarse, de mirarte, de mover la cabeza mientras te hablan, de vestirse, de... vivir, de todos estos pueblos por los que he pasado, ciudades caóticas llenas de movimiento y ruido, sin leyes en el asfalto, sin aceras, sin edad para conducir moto, sin límite de capacidad en la misma, su manera de construir las casas o cabañas, sus templos y rituales que hacen tres veces al día, su costumbre de quemarlo todo en las laderas de las calles... miles de curiosidades más que se me pasan por alto... 90 días ya con mis ojos como platos, con cara de sorpresa por todo lo que voy descubriendo, con una expresión de calma y felicidad por descubrir y descubrirme y sobretodo, dejarme llevar, porque es la única manera de mantener esa paz y disfrutar de todo lo que me está rodeando. Me siento como una niña que admira su alrededor como si lo estubiera descubriendo por primera vez y esa sensación, es pura vida. Espero no perderla nunca. Espero tener 70 años y seguir saboreando la vida como lo he hecho hasta ahora, con pasión, sentimiento, comprometiéndome en lo que hago y sobretodo, seguir apostando y luchando por lo que deseo.
Lombok, desde esta isla rural, natural, musulmana,llena de colores, de un turquesa marino espectacular, de un verde fucsia que ilumina los montes, de esas casitas de bambú y paja, las gallinas, los búfalos, las vacas y perros que se cruzan en los caminos, sus gentes siempre sonrientes y esos niños juguetones. Lombok, isla de olas enmedio del océano, olas perfectas encima de un reef suave, de un fondo marino lleno de peces de colores y tamaños. No esperaba que Indonesia me llegara a atrapar pero, conducir alrededor de estos lugares, coger una barca para surfear a las 6 de la mañana mientras contemplas la salida del sol desde el agua, eso me ha atrapado.
Un mes solamente para regresar. Sé que para muchos es un lujo, un mes ni lo teneis pero, después de viajar tres, para mí esto va a ser un abrir y cerrar de ojos y estaré de vuelta a mi tierra, a mi rutina, y a mi (ya no tan deseado) centro de confort. SIgo viviendo el presente y mi día a día pero inevitablemente me paro a pensar más a menudo en la vuelta y no me apetece. Parece mentira lo que cuesta salir de nuestro confort zone y los miedos que ello conlleva , pero, una vez lo haces y coges el ritmo de viajar, de sentirte nómada, acabas desapegándote de todo y te sientes completamente libre. Es una sensación que engancha y entonces viene cuando no quieres que eso finalice.
En contré esta frase en internet que no puede describir mejor lo que para mi está representado este viaje y lo que busco en ellos: "Viajar es la única cosa que compras y que te hace más rico".
Ja sigui Austràlia SI o Austràlia NO...serà genial!!!! qui pogués tenir aquest dilema... muakis
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