Reflexiones de la primera parte del trip

        

Sentada en el aeropuerto de Siem Riep, esperando a que llegue el avión que me llevará al enlace con mi siguiente fase del trip y que viene con demora. Pasan por mi mente mil imágenes de este último mes y medio. Y ahora siento como un gusanillo en el estómago. Como cada vez que cambio de sitio, pero ahora, un poco más intenso. Dejo atrás una cultura con la que he ido conviviendo esta parte del viaje. La asiática. Cada país con sus peculiaridades, pero todos ellos, cercanos territorialmente. Tailandia, Laos y Camboya. Una mezcla entre colores amarillentos y anaranjados bañados por el verde selvático y esos olores con final picante. Unos rasgos físicos y una religión y hábitos bien peculiares. Me prestó mucho poder formar parte, desde mi posición como mochilera, de algunas de esas casas, familias y poder saborear su día a día.

         

Justo esta mañana, en la guesthouse de Bun y su familia, en la que me alojé estos días y era la única hospedada, me sentí arropada. Me abrieron su día a día y me despidieron como quien despide a una hija. Visa, el hijo mayor, es super lindo y despierto y siempre estaba dispuesto a charlar, a preguntar y a pasar un rato conmigo. Es el que mejor habla inglés y me dió una bienvenida muy cálida. 

        

Aunque la zona de del alojamiento estaba en medio de unas calles de arena o, mejor dicho, barro,( y la primera noche casi me muero de miedo al moverme por ahí, de día todo lo ví distinto, y la bici fué mi mejor transporte. Incluso y sobretodo, ideal para esquivar a los insistentes conductores de tuktuk) estaba cerca de todo y en una zona tranquila y aislada de los ruidos de la crazy city.

        

Estoy tranquila ,pero al mismo tiempo,un poco nerviosilla pensando en cómo será mi próximo destino. Paso a otra cultura, la índia y en este tramo del viaje no llevo guía alguna, puesto que se desvía del sudeste asiático. Voy con referencias de gente que ha viajado pero no tengo ni siquiera una noche reservada. Esta parte del trip, me reencuentro con el mar. Estoy emocionada por conocer una cultura diferente, otra lengua más, otra moneda y... Aquí me tocará moverme para llegar al sud este y alquilar una tabla de surf. Me da respeto porque llevo sin surfear tres meses pero en el fondo, me muero de ganas de volver a ponerme encima de una tabla. Es una mezcla entre tranquilidad ( por la ya adaptación al viaje: packing,unpacking, conocer gente, soltarla, regatear, adaptarme a no programar...etc), miedo a lo desconocido y excitación por descubrir un nuevo país y todo lo que esto conlleva.

Ahora desde el aeropuerto, recordando la sensación de esa mágia de Angkor, pienso en una mini parada en  kuala Lumpur donde pasaré una noche hasta el siguiente vuelo de mañana. Será como un punto de transición, no sólo física, sino también mental para ir asimilando lo vivido este mes y medio atrás e ir pensando y explorando lo que deseo vivir en mi siguiente destino: Sri lanka.